Por Gabriel García Abril 30, 2025
Tal y como se ha hecho eco el periódico mexicano La Crónica , un nuevo estudio liderado por investigadores del sistema de salud Mass General Brigham en Estados Unidos ha revelado que ciertos compuestos psicodélicos, como la psilocibina y el MDMA, podrían tener la capacidad de revertir los efectos neuroinmunes que intensifican las respuestas de miedo provocadas por el estrés crónico. Los hallazgos, publicados en la prestigiosa revista Nature, abren una prometedora vía para el desarrollo de tratamientos innovadores en el ámbito de la salud mental.
El artículo, titulado “Psychedelic control of neuroimmune interactions governing fear”, describe cómo la interacción entre las células inmunitarias y las neuronas del cerebro puede influir directamente en el comportamiento relacionado con el miedo. Este estudio es uno de los primeros en establecer una conexión clara entre el sistema inmunológico y las emociones humanas desde una perspectiva neurobiológica.
Una conexión desconocida entre inmunidad y emociones
La investigación señala que la inflamación y las respuestas inmunitarias pueden alterar la comunicación entre las células cerebrales, particularmente en regiones como la amígdala, responsable del procesamiento del miedo. En modelos animales, se observó que el estrés crónico incrementa esta señalización cruzada y provoca una migración de células inmunitarias inflamatorias (monocitos) hacia las meninges del cerebro.
Estos monocitos activan neuronas en la amígdala, exacerbando las conductas relacionadas con el miedo. Sin embargo, el tratamiento con compuestos psicodélicos bloqueó este proceso: redujo la acumulación de monocitos y disminuyó significativamente las conductas de miedo observadas en los ratones.
“Este estudio subraya cómo los psicodélicos pueden hacer más que simplemente alterar la percepción; también pueden reducir la inflamación y restablecer las interacciones clave entre el cerebro y el sistema inmunitario”, afirmó el Dr. Michael Wheeler, autor principal e investigador del Instituto Gene Lay de Inmunología e Inflamación y del Centro Ann Romney de Enfermedades Neurológicas del Hospital Brigham and Women’s.

Hacia nuevos tratamientos para la ansiedad y la depresión
Estos hallazgos podrían tener implicaciones significativas para el tratamiento de trastornos como la ansiedad, la depresión y otros cuadros relacionados con el estrés. Estudios previos ya habían señalado la influencia del sistema inmunológico en enfermedades neuropsiquiátricas, pero aún no se comprendía con claridad cómo se establecían estos vínculos.
En pruebas adicionales, los investigadores compararon estos resultados con datos obtenidos de tejidos humanos y de pacientes diagnosticados con trastorno depresivo mayor (TDM), encontrando patrones similares de interacción neuroinmune. Esto sugiere que los mecanismos observados en los modelos animales podrían aplicarse también en humanos.
Actualmente, el equipo liderado por Wheeler trabaja en un ensayo clínico con pacientes que reciben tratamientos con psicodélicos, en colaboración con el Centro para la Neurociencia de los Psicodélicos del Hospital General de Massachusetts.
Cautela frente al entusiasmo
Aunque los resultados son prometedores, los expertos advierten sobre la necesidad de proceder con cautela. “No afirmamos que los psicodélicos sean la panacea”, puntualizó Wheeler. “Pero sí observamos evidencia de que tienen beneficios específicos para ciertos tejidos, y entender más sobre ellos podría abrir nuevas posibilidades de tratamiento”.
Por su parte, otro estudio reciente publicado en PNAS Nexus analiza los efectos secundarios potenciales del uso de psicodélicos. En él, se advierte sobre el Trastorno de Percepción Persistente por Alucinógenos (TPPA), una condición que incluye efectos visuales duraderos, como intensificación de colores o imágenes residuales. Aunque en la mayoría de los casos estas experiencias no resultan angustiantes, sí se observa un mayor riesgo en personas jóvenes y con una alta absorción sensorial.
La investigación fue realizada sobre una muestra de 654 personas que planeaban consumir psicodélicos por iniciativa propia. Aproximadamente un tercio de ellas ya había sido diagnosticado con algún trastorno psiquiátrico, y un número similar reportó efectos visuales persistentes semanas después del consumo.
Perspectivas a futuro
El auge del interés científico en los psicodélicos como herramientas terapéuticas coincide con un movimiento global para su despenalización o regulación médica. Sin embargo, los investigadores coinciden en que cualquier cambio en políticas debe estar respaldado por evidencia rigurosa y evaluaciones éticas que garanticen la seguridad de los pacientes.
“El análisis empírico de los riesgos potenciales debería acompañar los avances clínicos y normativos”, concluyen los autores del estudio de PNAS Nexus.
Con estos hallazgos, la medicina psicodélica podría estar entrando en una nueva etapa, donde el foco ya no está únicamente en su potencial psicoterapéutico, sino también en sus efectos sobre el sistema inmunológico y su papel en el tratamiento de enfermedades complejas como el TDM.

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