Por Gabriel García Marzo 1, 2024
En los últimos años, se ha producido un notable aumento del consumo de psicodélicos, acompañado de una oleada de iniciativas de despenalización en varias ciudades y estados. Al mismo tiempo, la aprobación gradual por parte de la FDA de las terapias asistidas con psicodélicos ha señalado un cambio en la percepción de estas sustancias, que han pasado de ser un tabú a convertirse en potenciales herramientas terapéuticas. Sin embargo, en medio de este panorama en evolución, han surgido preocupaciones sobre el impacto del aumento del consumo de psicodélicos en la salud pública.
Un reciente informe financiado por el programa Stanford Addiction Medicine Fellowship de la Health Services Research Administration arroja luz sobre las consecuencias para la salud pública de esta tendencia al alza. El estudio, titulado “Trends in hallucinogen-associated emergency department visits and hospitalizations in California, USA from 2016 to 2022”, presenta hallazgos que justifican un examen más detallado.
Analizando los datos disponibles públicamente sobre visitas a urgencias y hospitalizaciones en California, el estudio revela un preocupante repunte de los incidentes médicos asociados a los psicodélicos. Entre 2016 y 2022, las visitas a urgencias relacionadas con los psicodélicos aumentaron un 54 %, mientras que las hospitalizaciones experimentaron un incremento paralelo del 55 %.
Nicolas Garel, autor principal del estudio del Departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, subraya la importancia de reconocer los resultados adversos que pueden acompañar a las experiencias psicodélicas. A pesar de que el número absoluto de incidentes es relativamente pequeño en comparación con los casos relacionados con el alcohol y el cannabis, Garel subraya la importancia de reconocer el potencial de los viajes desafiantes y las reacciones adversas.
Un aspecto intrigante que destaca el estudio es la clasificación de los alucinógenos en el ámbito médico, donde diversas sustancias se agrupan en una sola categoría. Garel cuestiona la viabilidad de este planteamiento, señalando las enormes diferencias en los perfiles de seguridad y los fines de uso entre sustancias como la psilocibina, la MDMA y la ketamina. Esta amalgama oculta los matices de los daños específicos asociados a cada sustancia, lo que dificulta una vigilancia precisa de la salud pública.
Además, el estudio subraya la falta de datos exhaustivos sobre el consumo de psicodélicos por estados, lo que dificulta determinar si las visitas a urgencias y las hospitalizaciones se corresponden proporcionalmente con el aumento observado en el consumo de psicodélicos. Garel especula sobre la influencia de factores como la creciente prevalencia del consumo de psicodélicos entre los jóvenes que luchan contra la depresión, potencialmente alimentada por la cobertura mediática que aboga por la terapia asistida con psicodélicos.
Sin embargo, Greg Ferenstein, de Frederick Research, ofrece una perspectiva opuesta, llamando la atención sobre una notable tendencia observada en los datos. Sugiere que los efectos adversos alcanzan su punto máximo en 2020 y 2021, coincidiendo con el posterior descenso en 2022 tras la despenalización de las plantas y hongos psicodélicos en ciertas ciudades de California. Ferenstein sostiene que este descenso indica una posible correlación entre los esfuerzos de despenalización y la reducción de las hospitalizaciones, haciendo hincapié en el papel del acceso a productos de calidad y la orientación profesional para mejorar la seguridad.
No obstante, el hecho de que el estudio excluya los incidentes en los que se solapan los códigos de trastornos por consumo de sustancias y sobredosis plantea dudas sobre la comprensión global de los sucesos médicos relacionados con los psicodélicos. Esto lleva a considerar futuras investigaciones para explorar los factores potenciales que contribuyen a las visitas a urgencias, incluyendo la sobredosis, la identificación errónea o la ingestión inadvertida de contaminantes como el fentanilo, que representa una amenaza significativa para la salud pública en California.
En conclusión, la creciente importancia de los psicodélicos en contextos terapéuticos y los cambios políticos en curso hacia la despenalización requieren un examen matizado de sus implicaciones para la salud pública. Mientras que el aumento de incidentes médicos asociados a los psicodélicos subraya la necesidad de concienciación sobre los riesgos y de estrategias de reducción de daños, es imperativo seguir investigando para dilucidar la compleja interacción entre los cambios políticos, los patrones de consumo de sustancias y los resultados sanitarios en el cambiante panorama del consumo de psicodélicos.
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FUENTE DEL ARTÍCULO: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/add.16432