Por Gabriel García Agosto 30, 2023
La mescalina es una sustancia psicodélica que se encuentra en algunos cactus, como el peyote y el San Pedro, y que ha sido utilizada desde tiempos ancestrales por diversas culturas indígenas con fines religiosos, rituales y terapéuticos. Pero, ¿cómo actúa la mescalina en el cerebro humano y qué efectos produce? ¿Qué potencial tiene esta molécula para el tratamiento de algunos trastornos mentales? En este artículo intentaremos responder a estas preguntas basándonos en la evidencia científica disponible.
La mescalina pertenece al grupo de las feniletilaminas, una familia de compuestos químicos que incluye también neurotransmisores como la noradrenalina y la adrenalina, y otras sustancias psicoactivas como la anfetamina y el MDMA. La estructura de la mescalina consiste en un anillo bencénico con tres grupos metoxi en las posiciones 3, 4 y 5, y una cadena lateral alifática con un grupo amino. Esta estructura le confiere una gran afinidad por los receptores de serotonina 5-HT del cerebro, especialmente los subtipos 5-HT2A y 5-HT2C, que están implicados en la regulación de la percepción, el estado de ánimo, la cognición y el comportamiento.
Al unirse a estos receptores, la mescalina provoca una excitación de las neuronas en el lóbulo frontal, la corteza prefrontal y otras áreas cerebrales relacionadas con el procesamiento de la información sensorial, emocional y cognitiva. Esto se traduce en una alteración de la conciencia que se manifiesta en forma de alucinaciones visuales, auditivas, táctiles y sinestésicas, distorsiones del espacio y del tiempo, cambios en el sentido del yo y del mundo, intensificación de las emociones y los recuerdos, y experiencias místicas o espirituales. Estos efectos pueden durar entre 6 y 12 horas, dependiendo de la dosis ingerida, el metabolismo individual y el contexto ambiental.
La mescalina no solo tiene un impacto sobre el sistema serotoninérgico, sino también sobre otros sistemas neurotransmisores como el dopaminérgico, el noradrenérgico y el glutamatérgico. Estos sistemas están involucrados en funciones como la motivación, la recompensa, el aprendizaje, la memoria y la plasticidad neuronal. Al interactuar con estos sistemas, la mescalina podría tener efectos beneficiosos para el tratamiento de algunos trastornos mentales como la depresión, la ansiedad, el estrés postraumático, las adicciones y las psicosis.
De hecho, existen varios estudios psiquiátricos que han explorado el potencial terapéutico de la mescalina para estos fines. Por ejemplo, un estudio realizado en 1965 con pacientes alcohólicos encontró que una sola dosis de mescalina indujo una reducción significativa del consumo de alcohol durante los seis meses siguientes al tratamiento. Otro estudio realizado en 2018 con pacientes con depresión resistente al tratamiento encontró que una sola dosis de mescalina produjo una mejoría clínica sostenida durante cuatro semanas. Asimismo, un estudio realizado en 2020 con pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo encontró que una sola dosis de mescalina disminuyó los síntomas obsesivos y compulsivos durante dos semanas.
Estos resultados sugieren que la mescalina podría tener un efecto antidepresivo, ansiolítico y antipsicótico mediante la modulación de los circuitos neuronales alterados en estos trastornos. Además, la mescalina podría facilitar procesos psicológicos como la introspección, la catarsis, la reestructuración cognitiva y la integración emocional, que son esenciales para el cambio terapéutico. Sin embargo, estos estudios son limitados en número, tamaño muestral, diseño metodológico y seguimiento a largo plazo, por lo que se requieren más investigaciones para confirmar la eficacia y la seguridad de la mescalina como tratamiento psiquiátrico.
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