Por Gabriel García Septiembre 22, 2022
El libro Guía Esencial del Renacimiento Psicodélico de Antón Gómez-Escolar, nos cuenta cómo en 1938 Albert Hofmann, tras haber absorbido accidentalmente una cantidad infinitesimal de un compuesto que acababa de sintetizar en su laboratio, volvió a su casa experimentando una sensación cognitiva fuera de la realidad. Acababa de descubrir los efectos del LSD.
Entre este evento, celebrado en la comunidad psicodélica como el inicio de todo lo que vendría más adelante, hasta el famoso verano del amor y la contracultura habrían de pasar tres décadas. Al principio, el LSD se usaba casi en exclusiva con fines médicos, en psiquiatría, psicoanálisis e investigación del cerebro. De entre este círculo académico, científico y filosófico, algunos teóricos, como el filósofo Alan Watts y los profesores de psicología Timothy Leary y Richard Alpert, comenzaron a divulgar entre el alumnado universitario el uso del psicofármaco como experiencias místico-intelectuales-orientalistas e instrumento de liberación del individuo frente a la voracidad del sistema. “Cambia la mente y cambiarás el mundo”. La cosa fue extendiéndose y, en pocos meses, la costa californiana se convirtió en un hervidero donde miles de jóvenes ya no solo consumían LSD, si no todo tipo de sustancias psicodélicas, como mescalina, psilocibina o ketamina, marihuana. Y, el resto, es historia.
Esta cadena de acontecimientos es considerada como el canon histórico del inicio de la popularización de los psicodélicos y, sobre todo, su descubrimiento en sociedad. Pero, ¿y si te dijeramos que Albert Hofmann no provocó el nacimiento de los psicodélicos, si no un primer renacimiento psicodélico?
El segundo Renacimiento Psicodélico
Y es que, técnicamente, a día de hoy sí que nos encontramos en un renacimiento psicodélico, salvo que es el segundo renacimiento psicodélico de la cultura occidental. Albert Hofmann solo popularizó en un momento histórico muy concreto y en una cultura concreta, un enfoque terapeútico de estas sustancias que ya tenía siglo de usos en otras culturas.
Sin ir más lejos, la ayahuasca, también conocida como yagé, es una bebida tradicional de varios pueblos indígenas de la región amazónica. Tal y como recoge en este artículo la farmacéutica Franciele Rohor de Souza, ahora sabemos que, además de para fines ritualísticos, místicos y religiosos, los pueblos indígenas encontraban claros beneficios en su uso que, siglos después, la ciencia demuestra:
“Según un estudio publicado en Frontiers in Neuroscience, el DMT es capaz de activar el receptor sigma-1 (Sig-1R), una proteína que inhibe la neurodegeneración y controla la producción de compuestos antioxidantes encargados de proteger las células cerebrales. Así mismo, el estudio encontró que el DMT protege estas células del daño causado por la falta de oxígeno.
Por su parte, una investigación publicada en Journal of Psychoactive Drugs encontró que la harimina, la principal β-carbolina presente en la ayahuasca, cuenta con efectos antiinflamatorios, neuroprotectores y estimula la memoria. Además, se evidenció un incremento en los niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), una proteína que interviene en el crecimiento de las células nerviosas y aumenta las posibilidades de supervivencia de las neuronas.
Existe evidencia científica de que esta bebida podría tener efectos antidepresivos de acción rápida.Una revisión de estudios también concluyó que la ayahuasca es efectiva para tratar la depresión, la ansiedad, los trastornos del estado de ánimo y la drogadicción”
Como hemos contado anteriormente en la página web, y tal y como se desarrolla en la Guía del Renacimiento Psicodélico, el movimiento contracultural de los años 70 y su oposición a la guerra de Vietnam arrastró la caída en desgracia para legisladores y, en general, el gran público tras una campaña de desprestigio de los psicodélicos, que provocó el fin del que ahora consideramos como el primer renacimiento psicodélico. Un episodio triste y circunstancial en el que los psicodélicos quedaron ligados para siempre a un movimiento social y cultural ahora denostado. Sin ir más lejos, antes de que se prohibiera el LSD, solo se usaba con fines clínicos en España. Pocos sabían que esta sustancia era una herramienta para la exploración interior ni estaban interesados en la autexoploración como forma de conocimiento. Y es que, estudios recientes (como ejemplo nos remitimos a todos los anteriormente citados), demuestran que estas sustancias, incluso con sus posibles efectos secundarios y contraindicaciones, tienen un fin y uso terapeútico necesario en nuestra sociedad, al igual que lo tuvieron en el pasado.
Si estás interesado en conocer cómo estas sustancias pueden ayudar a mejorar tu salud mental, puedes leer mas información en la Guía Esencial del Renacimiento Psicodélico, de Antón Gómez-Escolar. A su vez, te recomendamos Psicodélicos y Salud Mental, de Irene de Caso y Tu Cerebro con Psicodélicos, de Genís Oña, donde aprenderás las claves de los efectos de los psicodélicos, capaces de producir cambios significativos en los procesos de percepción, pensamiento y conciencia. El libro, además, incluye un prólogo escrito por una de las mayores eminencias en este campo, José Carlos Bouso, director científico de ICEERS.
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