Por Gabriel García Junio 16, 2022
La idea de prohibir todo uso «recreativo» de determinadas sustancias psicoactivas se vio impulsada por la influencia creciente del puritanismo cristiano anglo-estadounidense y el movimiento por la templanza en contra del alcohol a finales del siglo xix y principios del xx, que en los Estados Unidos también condujeron a que se prohibiera el alcohol entre 1920 y 1933. La campaña a favor de la prohibición también se vio alimentada por sentimientos racistas hacia las personas inmigrantes de China y México, que usaban opio y cannabis.
Arbour, et al. (2019). La clasificación de sustancias psicoactivas. Comisión Global de Políticas de Drogas. Informe 2019. Recuperado de: https://www.globalcommissionondrugs.org/
En los años sesenta, concretamente en 1961, la Convención Única sobre Estupefacientes de Nueva York, en la que se prohibía la cannabis, el opio, y la hoja de coca, así como sus principios activos y algunos derivados(cocaína, morfina y heroína) fue firmada por una amplia mayoría de países a nivel mundial. Así narra Francisco Azorín el origen de la consideración legal de algunas de las sustancias psicodélicas en el apéndice legal incluido en cada uno de los libros de la colección de Guías del Psiconauta:
Más adelante, como hemos contado en otros artículos, surgirían nuevas tendencias en el uso de drogas psicoactivas, como la popularización de las sustancias psicodélicas. Paralelamente a la prometedora investigación clínica con sustancias como la LSD, la psilocibina o la mescalina, algunos profesores de universidad como Timothy Leary, escritores como Ken Kesey o actores como Cary Grant, pusieron de moda su consumo en Norteamérica, lo que supuso que el uso de esta categoría de sustancias se extendiera rápidamente al resto del mundo occidental, jugando también un papel importante en el desarrollo de la neurociencia moderna.
Con el auge en los años 60 del uso no clínico de la LSD, la DMT y la psilocibina, asociado con el movimiento hippie, la contracultura y el antibelicismo en el contexto de la guerra de Vietnam, así como su relación con algunos sucesos reportados de forma muy sensacionalista por la prensa, en EE. UU. se tomó la decisión de prohibir estas sustancias a finales de la década, siendo el primero en hacerlo el estado de California en 1966, cuando era gobernador Ronald Reagan, controlándolas después a nivel federal en 1969. Posteriormente, en 1971, se incluyeron en la lista I del Convenio Internacional sobre Sustancias Psicotrópicas, firmado en Viena, cuando ya era presidente del país norteamericano Richard Nixon, el hombre que declaró la conocida como «guerra contra las drogas».
En los años 80 se puso de moda otra de las sustancias psicoactivas más famosas del mundo, la MDMA o éxtasis, calificada como semipsicodélica y conocida por sus efectos entactógenos-empatógenos. Esto llevó a que en 1985 se prohibiera en Estados Unidos, pese a que un Juzgado de lo Administrativo recomendó incluirla en la lista III, por ser poco tóxica y por tener efectos terapéuticos necesarios para el campo de la psicoterapia. A pesar de la presión de algunos psiquiatras y otros profesionales de la salud mental que la utilizaban para sus tratamientos, la DEA (Drug Enforcement Administration) finalmente la incluyó en su lista I de EE. UU., donde se colocan las sustancias más peligrosas y sin valor terapéutico reconocido, incluyéndose también en 1985 en la lista I del Convenio Internacional sobre Sustancias Psicotrópicas, que recoge las sustancias más tóxicas y dañinas, con escaso o nulo valor terapéutico, para su control internacional.
Esta información, extraída de “El estatus legal de las drogas psicodélicas en el mundo”, un apéndice escrito por Francisco Azorín (abogado especialista en legislación y jurisprudencia sobre drogas) en los tres ejemplares de las Guías del Psiconauta, muestra los orígenes de la actual consideración legal del uso de los psicodélicos, con motivos históricos y, en cierta medida, arbitrarios.
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