Por Gabriel García Abril 25, 2025
Con una votación abrumadoramente favorable (84 a 6), la Cámara de Representantes de Iowa ha dado luz verde a una medida pionera: permitir el uso terapéutico de la psilocibina, el compuesto activo de los conocidos “hongos alucinógenos”. Lejos de los estigmas del pasado, esta sustancia promete convertirse en una aliada contra el estrés postraumático (PTSD), la depresión y las adicciones, siempre bajo supervisión profesional.
Psilocibina: el reajuste químico que tu cerebro no sabía que necesitaba
La psilocibina es un compuesto natural presente en ciertos hongos que actúa sobre los receptores de serotonina, responsables del equilibrio emocional. Según estudios de instituciones como Johns Hopkins (2025), su acción no solo induce una experiencia psicodélica controlada, sino que también aumenta la flexibilidad cognitiva y permite abordar traumas desde perspectivas nuevas, con efectos que pueden prolongarse durante meses después de una sola sesión.
Eso sí, la clave está en la integración terapéutica. No se trata de una solución mágica ni de recreación, sino de un acompañamiento clínico profundo, donde el entorno controlado y la figura del terapeuta son tan importantes como la sustancia misma.

No es una fiesta, es un protocolo clínico
El programa aprobado en Iowa está lejos de abrir las puertas al consumo libre. Solo 5.000 pacientes mayores de 21 años podrán acceder a este tratamiento, exclusivamente en centros clínicos autorizados y bajo estricta supervisión médica. “Este tratamiento funciona. Las investigaciones lo respaldan”, aseguró el representante John Wills, uno de los impulsores de la ley, haciendo hincapié en su potencial especialmente para veteranos y personas con PTSD.
Riesgos reales, reglas claras
Si bien los beneficios de la psilocibina están bien documentados, los riesgos de un mal uso también lo están. Consumos irresponsables pueden derivar en efectos negativos graves, como ataques de pánico, episodios psicóticos o incluso tendencias autodestructivas. Por eso, los expertos insisten: no es una sustancia para experimentar sin guía profesional.
¿Revolución médica o simple moda?
Lo que está ocurriendo en Iowa se enmarca en un cambio de paradigma más amplio en Estados Unidos. Desde 2020, estados como Oregón y jurisdicciones como Washington D.C. han comenzado a legalizar o despenalizar el uso terapéutico de psicodélicos. Organizaciones como Psychedelic Medicine PAC subrayan que no estamos ante una tendencia pasajera, sino ante una herramienta terapéutica poderosa para tratar el sufrimiento psicológico profundo.
Ryan Rodgers, director del grupo, lo resume sin adornos: “Esto no es para saltar de edificios ni mirar al sol… es para enfrentar tus demonios y ganarles la pelea”.
¿Y ahora qué?
El camino hacia la integración de psicodélicos en la medicina moderna no está exento de obstáculos. La formación de profesionales, los costes del tratamiento y la falta de estudios a largo plazo siguen siendo barreras importantes. Pero Iowa, con esta medida, se posiciona como un laboratorio social y clínico para demostrar si esta terapia puede convertirse en un nuevo estándar.
Tal vez la esperanza para muchas personas llegue, literalmente, en forma de un pequeño hongo. Y no, no es una fantasía lisérgica: es ciencia con potencial de cambiar vidas.


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